miércoles, 10 de mayo de 2017

CUENTO



                                        REAI CUM

 Erase una vez en un lejano bosque de las frías tierras de Escocia, existía un poblado de fuertes y agerridos hombres que luchaban por sus vidas contra unas temidas criaturas llamadas Hipocamos.
Desde hacía años, que estos hombres vivían atemorizados por dichas criaturas, aun que no siempre fué así. Hubo un tiempe en el que hombre y criatura perseguian un mismo sueño, que era conseguir la libertad que el Rey ArcarioII les había arrebatado, pero como en toda vatalla hay vencedores y vencidos, el Rey ArcadioII con sus malas artes consiguió poner a los Hipocamos de su parte prometiendoles tierras y grandes fortunas que por supuesto nunca les daría.
En una de las duras batallas, que librabas los agarridos Escoceses y los Hipocamos, uno de los líderes de la manada resultó gravemente herido, en la antigüedad este líder había sidoun íntimo amigo de Joseph, un herrero Escoces que le había hecho las herraduras de sus pezuñas, por un momento Joseph al ver que el líder y amigo había resultado grabemente herido se acercó a ver cual había sido el alcance de sus heridas, y sin mediar palabra, Joseph posó sus manos sobre la terrible herida que una de las espadas que el había fabricado le había causado y soltó un terrible alarido como si la herida se la hubieran provocado a él.
Joseph cogió la espada que yacía en el suelo hincó su rodilla en la tierra y con voz firme dijo: -Nunca más te volveré ha utilizar- y de un solo golpe partió la espada.
El Hipocamo con las últimas fuerzas que le quedaban se puso en pie y gritó con la voz grave que estas criaturas poseían escuchandose en todo el bosque: -Reai cum- que en su dialecto significaba  “ha llegado el fin”. Y es así como los Hipocamos y los agerridos Escoceses se volvieron a unir contra una misma causa.

Corrigiendo un texto

Érase una vez una familia muy pobre, la cual estaba formada por un padre una madre y dos hijos, una niña llamada Mia y un niño llamado Lucas, ellos eran los Dore. Esta familia vivía en un sitio apartado de la ciudad. Los niños para poder estudiar tenían que andar kilómetros y kilómetros hasta llegar a la escuela, ese trayecto era muy duro para ellos porque siempre iban cargados de libros; pero eso no impedía que los niños sacaran buenas notas.
Por desgracia, sus compañeros de clase siempre se metían con ellos, aún que los hermanos Dore eran lo suficiente mente maduros para saber que lo que les decían era unas tonterías y tenían que ignorarles.
Un día normal y corriente mientras los hermanos se dirigían hacía el colegio, se encontraron a unos compañeros de clase, 2 en concreto Juan y Pedro, los hermanos empezaron a caminar más rápido y se percataron de que Juan y Pedro empezaron a andar más rápido también. Entonces, Lucas y Mia idearon un plan, al llegar al cruce en el que se juntaban las calles Abada y Guadalete se iban a separar y dirigirse hacía clase, Lucas iba a ir por una calle y Mia por la otra. Su plan salió como lo habían previsto, peor al llegar a la escuela cuando Lucas abrió su taquilla se encontró un papel dónde ponía: -a las 18.00 en la puerta del colegio, como no vengas te vas a arrepentir-. Lucas empezó a sospechar de que podían haber sido Juan y Pedro, pero él no se sentía agobiado porque sabía que a las 18.00 su padre iba a venir a recogerle. Al terminar las clases Lucas fue corriendo a dónde Mia para contarle lo que había sucedido, y cuando se lo contó, Mia se quedó boquiabierta; las compañeras de clase de Mia fueron a donde ella durante la hora del recreo y le habían dicho que fuera a la 18.00 a la perta del colegio para hablar sobre un trabajo que tenían que hacer. Los hermanos Dore empezaron a asustarse, ¿Y si su padre se retrasaba?, ¿Y si las compañeras de Mia no querían hacer el trabajo?, ¿Y si ...?
-Bueno Lucas -le dijo Mia a su hermano- Creo que estamos sacando conclusiones precipitadas, vamos a ir a las 18.00 fuera y vamos a intentar solucionar nuestras diferencias.
Cuando llegó la hora, los dos hermanos se dirigieron a la puerta de salida. Al llegar allí se dieron cuenta de que no había nada que temer, ya que la nota que había encontrado Lucas en su taquilla era de una compañera de Mia que desde hacía tiempo le gustaba. Y al otro lado de la puerta estaban las compañeras de Mia, que las esperaban para hacer el trabajo. Y con un guiño e ojo Mia le dijo a su hermano: -Ves hermanito, a veces las apariencias engañan-.